Texto para la exposición celebrada en Galería Spectrum

g+m+u es el rótulo deliberadamente provisional que adoptamos para un proyecto en marcha. La soledad acompaña a la creación como un instrumento de doble filo, capaz tanto de ahondar en la perplejidad y la incomprensión como de levantar un refugio frente a ese abismo, a través de coincidencias felices a menudo. Esta muestra surge de la amistad y de algunas de aquellas afinidades. Los tres nos expusimos como artistas desde prácticas diversas a finales de los setenta y en la década de los ochenta, un período de eclosión —con enorme curiosidad por tradiciones contradictorias, también con un desdén injusto a veces por lo pasado— y de ruptura con las estructuras de la dictadura. Entonces se generalizó el concepto de multimedia, que actualizaba propuestas de las vanguardias clásicas y del conceptualismo de las décadas anteriores, y asistimos al cuestionamiento del modernismo y de los períodos ontológicos de las distintas artes. En los trabajos que ofrecemos ahora subsiste renovado ese interés por la manera en que los medios y las visiones modeladas en ellos se contaminan entre sí. El nudo de forma y significado des-cubre cabos nuevos cuando aquella se modifica en contacto con otros soportes y técnicas. Queda también una lección de humildad por esta dilución acordada de los egos de la que, sin embargo, salimos con la percepción de una subjetividad reconfortada.

Antonio Uriel

Texto para la exposición celebrada en Órbita-Paco Simón


La de los sueños era una estación esperable en el trayecto que emprendimos en común hace cuatro años. Y no sólo por el acercamiento a aspectos de lo visionario en la obra anterior de cada uno. Ese viaje adquirió a propósito una forma de deriva, sujeta al azar que imponía la condición inicial de que los resultados eran de todos o de nadie, que cada pieza era un campo donde los tres interveníamos, huyendo en ocasiones de nuestros medios
familiares. El proyecto, que al comienzo se pensó como una breve muestra en esta sala donde recalamos, respondía a la amistad y a la confianza en que esta colaboración podía dar respuesta a la nostalgia del asombro que alienta detrás del intento de creación. “El régimen del sentido es el de la libertad vigilada” (Barthes): llevar a un plano maravilloso el compromiso ordinario entre libertad y necesidad. Al fondo, claro, el surrealismo, como influjo primero o latente tras otros más próximos por edad. En nuestra exposición en 2020 en Spectrum había suficientes huellas de ello y sus moldes pueden buscarse quizá entre las escayolas de esta de ahora. Pero el interés por los sueños encuentra otras raíces. A finales de los setenta y en los ochenta, cuando nos exponíamos por primera vez, fue un gesto de la teoría hablar de neobarroco como una etiqueta menos resbaladiza que posmodernismo. Difícilmente podemos reconocernos en ella si no es a través de las meditaciones fundacionales de Walter Benjamin sobre el drama barroco con el expresionismo al trasluz, que sostienen la melancolía que conecta tantas obras contemporáneas y teñía las piezas de nuestra exposición anterior. Hay en lo que presentamos, sin embargo, elementos —y es sorprendente que se acumulen sin una intención previa, exactamente como en el proceso de condensación que actúa en la elaboración onírica— que conducen a la incertidumbre como un legado principal de aquel período a todos los momentos anticlásicos posteriores.Los sueños y sus desplazamientos narrativos del fracaso comparten ese significado y el
esfuerzo de extraer la sombra de lo oscuro con el humo, el laberinto, la escritura de la que sólo se advierte su impresión, el manantial invisible bajo las aguas, la errancia del giróvago encapsulada en la luz, las agujas desgajadas del reloj o fosilizadas en su costura. Estos pecios del tiempo refieren un sueño colectivo.

Antonio Uriel


Texto para la exposición celebrada en PAC 17


Tomás Gimeno, Luis Marco y Antonio Uriel comenzaron a colaborar en 2018. En el origen se encuentra la amistad, el interés por la obra de los otros y por abrirse a ámbitos alejados de los planteamientos ontológicos sobre el medio que el tiempo pudo convertir en un lastre desde sus inicios en los setenta y en los ochenta. Esto condujo al método de trabajo: componer obras mixtas donde intervinieran todos ellos y que cruzasen los territorios
acotados por las distintas materias y técnicas habituales de cada uno (escultura expandida, pintura, fotografía o vídeo); también, por consecuencia, explorar la manera en que estos encuentros modifican o determinan el significado o la naturaleza de lo visual. Tal vez la elección o el hallazgo de los temas esté en deuda con el intervalo, en ocasiones dilatado, entre la libertad de quien sugiere y la necesidad que para los demás representa la
propuesta: allí puede surgir lo maravilloso para sosegar la nostalgia del asombro que alienta en la creación. En la breve muestra en 2023 en PAC17, el i mpulso que le dio título fue unaalucinación justificada por un fragmento de James Joyce, pero la pieza imaginada se extravió en las galerías de la conversación a la espera de otra oportunidad. Quizá guarde relación, sin embargo, con lo que llegó a fijarse: la inminencia del invierno, unos personajes errantes en un infierno clásico, las sombras (¿o son manchas?), algunos motivos submarinos, el recuerdo de un paseo célebre por el marché aux puces, el ofuscamiento dla persecución o la huida.


Antonio Uriel